La economía social ha demostrado su capacidad para lograr una inclusión real en la sociedad, ofreciendo trabajo y oportunidades laborales a los colectivos más vulnerables. En su conjunto, contribuye al crecimiento inclusivo de la economía, reduciendo las desigualdades y promoviendo la justicia social.
Valores transformadores como la inclusión, la equidad, el bienestar comunitario y la cohesión social son fundamentales tanto en la economía social como en el movimiento cooperativo. Este modelo se ha consolidado como una estrategia de desarrollo económico adoptada en numerosas regiones y países, ante el fracaso del paradigma económico dominante para abordar la equidad, la justicia social y la sostenibilidad ambiental.
El gran reto de la economía social es consolidarse como un actor relevante dentro del sistema económico global, capaz de generar impacto real y reducir la exclusión estructural.
Beneficios de la economía social en las personas
El bienestar laboral, el reconocimiento, los vínculos comunitarios y la inclusión social tienen un efecto positivo directo en la salud, la autoestima y la participación de las personas en riesgo de exclusión. Al integrarlas en el tejido social y económico, se mejora su calidad de vida y se fortalece la cohesión social.
Este impacto positivo está ampliamente consensuado en la comunidad internacional. La OCDE, por ejemplo, ha destacado desde 1999 la importancia de la economía social como pilar para el bienestar colectivo. Ya en 1996, en el informe Reconciling the Economy and Society: Towards a Plural Economy, se subrayó la necesidad de “reintegrar la economía en la sociedad” para lograr resultados económicos y sociales positivos.
Economía social, una vía para la economía inclusiva
El término “economía inclusiva” comenzó a cobrar relevancia tras la Gran Recesión de 2008, como una respuesta a las carencias del sistema económico tradicional. Organismos como la OCDE, el Foro Económico Mundial, la ONU o la Comisión Europea han impulsado este concepto, entendiendo que el crecimiento económico debe ser sostenible, justo y compartido.
Por su parte, la economía social propone un modelo que:
- Reduce desigualdades de ingresos, género, origen o capacidades.
- Promueve la participación activa de todos los grupos en la economía.
- Garantiza oportunidades reales para colectivos en situación de vulnerabilidad.
- Integra criterios sociales, éticos y medioambientales en la toma de decisiones.
Aunque economía social y economía inclusiva no son sinónimos, comparten principios y objetivos comunes. La economía social ofrece instrumentos concretos para construir una economía más inclusiva. La economía social y la economía inclusiva comparten valores, pero no son lo mismo:
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| Basado en entidades (cooperativas, asociaciones, etc.) | Basado en objetivos de política pública y desarrollo |
| Empresas con fines sociales y democráticos | Políticas, incentivos, y modelos de negocio inclusivos |
| Gobernanza democrática de las organizaciones | Inclusión de todos en el crecimiento económico |
| Está legalmente reconocida en muchos países | No siempre tiene una forma jurídica concreta |
| Cooperativas de inserción, mutuas, asociaciones | Políticas fiscales progresivas, empresas B, bonos sociales |
Así, la economía social se coloca como una vía concreta y estructurada para alcanzar una economía inclusiva. Por ejemplo, en España, las empresas de inserción permiten a personas excluidas acceder a empleos dignos: economía social generando economía inclusiva.
Economía social para lograr la inclusión
La economía social es una de las herramientas más eficaces para combatir la exclusión. No obstante, para ampliar su alcance es esencial implementar herramientas que permitan medir su impacto en la inclusión y en el bienestar social de forma rigurosa y transparente.
A diferencia de la caridad o beneficencia, que suelen depender de donaciones y no promueven relaciones horizontales ni sostenibles, la economía social propone un enfoque estructural, democrático y emancipador. No se trata solo de ayudar, sino de incluir, empoderar y transformar.
La economía social no solo genera empleo o reduce la pobreza: transforma el modelo económico desde la base, apostando por la dignidad, la justicia y la participación.
Frente a un sistema que a menudo margina, la economía social ofrece una respuesta concreta, medible y sostenible, sentando las bases para una economía verdaderamente inclusiva y centrada en las personas.