Modelos económicos alternativos: economía social y circular
Descubre cómo la economía social y la economía circular pueden integrarse para construir un modelo económico más justo, sostenible e inclusivo. Claves, beneficios y ejemplos.
La economía social y la economía circular pueden formar un dúo poderoso al ofrecer alternativas al sistema económico tradicional, haciéndolo más sostenible, equitativo y responsable.
Estos modelos económicos alternativos proponen nuevas soluciones a problemas persistentes originados por el modelo económico actual. Tanto el cambio climático como la acumulación de riqueza generan desigualdades sociales que afectan directamente la calidad de vida de las personas. A continuación, se presenta cómo ambas propuestas pueden confluir y complementarse.
Dos modelos, una solución
La economía social abarca un conjunto de actividades económicas y empresariales desarrolladas por entidades privadas que buscan satisfacer el interés colectivo de sus integrantes o el interés general económico y social. Se basa en principios como la primacía de las personas, el fin social sobre el capital, la distribución equitativa de los resultados de la actividad económica, la solidaridad interna y externa, y la autonomía frente a los poderes públicos.
Por su parte, la economía circular es un modelo económico sostenible que pretende redefinir el crecimiento mediante la desvinculación entre desarrollo y consumo de recursos finitos.
A diferencia del modelo lineal tradicional, que produce, usa y desecha, la economía circular promueve un sistema en el que los productos, materiales y recursos se reutilizan, reparan, reciclan o biodegradan, alargando su vida útil y reduciendo la generación de residuos.
Ambos enfoques son fundamentales para avanzar hacia los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) establecidos por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) como parte de la Agenda 2030, ya que ofrecen una base para un desarrollo más equitativo, resiliente y respetuoso con el medio ambiente.
Visión conjunta
Para lograr una transición justa del modelo económico actual hacia uno que mejore la vida de las personas, es esencial fomentar la confluencia entre economía social y economía circular. Estos modelos pueden convertirse en motores de una economía regenerativa e inclusiva. La economía circular contribuye a cerrar los ciclos de materiales y a reducir la dependencia de recursos no renovables, lo que favorece el equilibrio entre actividad humana y naturaleza. Al mismo tiempo, la economía social sitúa a las personas en el centro de la economía, lo que permite avanzar hacia un modelo más justo, equitativo y democrático.
La articulación de ambos enfoques puede dar lugar a experiencias empresariales y territoriales transformadoras, como cooperativas de producción circular, empresas sociales inclusivas que trabajan en reutilización y reciclaje, o redes de consumo responsable que priorizan circuitos cortos, reparación y servicios compartidos.
El potencial de construir una economía regenerativa e inclusiva radica en que no se trata solamente de producir de otra manera, sino de vivir y organizarnos de forma distinta. Este cambio cultural, ecológico y social requiere alianzas sólidas, innovación constante y voluntad política, pero ya está en marcha a través de múltiples iniciativas impulsadas desde lo local hasta lo global.