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Cooperativismo

Cooperatives in emply Spain
España rural

Cooperativas de salud en zonas rurales: un ancla contra la despoblación en la España vaciada

En la llamada España vaciada, tener un médico cerca o acceder a un tratamiento no siempre es sencillo. Pueblos con pocos habitantes y carreteras sinuosas hacen que muchas personas mayores recorran decenas de kilómetros para llegar al hospital más próximo. En ese vacío, donde el modelo público se ve desbordado y el privado no encuentra rentabilidad, las cooperativas de salud en zonas rurales han demostrado que otra forma de organizar la asistencia es posible.

21 Octubre 2025

Más que un recurso asistencial, las cooperativas de salud en zonas rurales se convierten en una verdadera ancla demográfica: si hay médico, la gente se queda. Si no, se marcha. Esa es la ecuación sencilla y brutal que muchos territorios llevan años sufriendo.

Cuando la comunidad se organiza

El cooperativismo sanitario en España hunde sus raíces en la tradición de las mutuas y sociedades de ayuda mutua. Su diferencia esencial frente a otros modelos es que los propios usuarios y profesionales son también los dueños. En lugar de distribuir dividendos, las cooperativas reinvierten excedentes en mejorar servicios, tecnología y condiciones laborales.

Ejemplos como la Fundación Espriu —que agrupa a entidades como Asisa o SCIAS— muestran la fuerza de esta fórmula a gran escala, atendiendo a millones de personas. Pero donde más nítida se percibe su utilidad es en lo pequeño: en comarcas de difícil cobertura, en proyectos de proximidad que garantizan pediatría, atención primaria o incluso servicios especializados a quienes de otro modo quedarían fuera.

Un caso inspirador es Pediatria dels Pirineus, en el Alt Urgell. Allí, la creación de una cooperativa permitió retener pediatras y asegurar atención continuada en una zona que había visto marcharse a sus profesionales. Gracias a esta fórmula, familias que antes tenían que desplazarse hasta Barcelona para una consulta infantil hoy cuentan con un servicio estable y cercano.

Innovar para llegar más lejos

Las cooperativas de salud en zonas rurales no se han limitado a replicar modelos urbanos en territorios con menos habitantes. Su fuerza está en la innovación adaptada al contexto.

En Teruel, proyectos de telemedicina y rehabilitación virtual permiten a personas mayores ejercitarse y recibir seguimiento sin salir de su casa, combatiendo el sedentarismo y la soledad. También las unidades móviles de atención sanitaria, impulsadas en colaboración con cooperativas y entidades sociales, se han convertido en una herramienta para acercar diagnósticos y revisiones a pueblos pequeños donde no hay centro médico permanente.

La otra gran red que asegura salud en cada rincón del país es la de las cooperativas farmacéuticas. Bidafarma o Cofares, propiedad de los propios farmacéuticos, garantizan que hasta la farmacia más aislada reciba medicinas a diario. En muchos pueblos de la España vaciada, la farmacia es el único servicio sanitario estable, y sin la logística cooperativa habría tenido que cerrar.

Salud como proyecto de futuro

El cooperativismo sanitario demuestra que la salud no es solo un servicio: es también la condición para que un territorio siga vivo. Allí donde se asegura la atención médica, se frena la despoblación y se genera empleo local.

Las cooperativas de salud en zonas rurales no compiten con el sistema público, lo complementan. Actúan como esa tercera vía que aporta flexibilidad, cercanía y sostenibilidad. Y lo hacen en coherencia con un principio básico: la salud es un derecho, no un negocio.

En tiempos de brecha demográfica y envejecimiento, apostar por este modelo significa reconocer que el bienestar no puede depender del código postal. Que incluso en los pueblos más pequeños debe haber médicos, cuidados y medicinas. Que la España vaciada tiene futuro si la salud se convierte en un proyecto compartido.

 

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