El dato fundamental que emerge del estudio es contundente: el 75% de los europeos reconoce la importancia de la economía social para el bienestar de la sociedad en su país. Este nivel de reconocimiento, junto con un 61% que lo considera relevante para su bienestar personal, subraya que la ciudadanía valora el impacto directo que estas organizaciones generan en sus comunidades.
Más allá del sector específico, el sentir general va dirigido a la totalidad del tejido empresarial. Un impresionante 93% de los europeos piensa que las empresas deberían guiarse por los valores de la economía social. ¿Qué implica esto? Significa que la mayoría exige un modelo donde el enfoque esté en los objetivos sociales y ambientales, la redistribución de beneficios y la operación bajo estructuras de gobernanza democrática. Para cualquier directivo (CEO) con visión de futuro, este dato no es una simple estadística; es la dirección estratégica que debe adoptar el mercado para mantener la legitimidad social.
El estudio refuerza dónde se materializa este impacto, señalando dos áreas críticas para el bienestar social: la sanidad y la asistencia social son citadas como el sector donde la economía social marca la mayor diferencia, seguidas de la educación y la formación. Estos son, por definición, ámbitos de servicio esenciales, lo que valida la crucial misión de las organizaciones de la economía social en la cohesión comunitaria.
Un apoyo sólido para el crecimiento y la inversión
El respaldo popular no se limita al reconocimiento de valores, sino que se traduce en una clara demanda de apoyo político y financiero. Los líderes europeos (CEOs y gestores) deben tomar nota de estas prioridades de inversión ciudadana:
- 88% respalda estrategias y legislación específicas.
- 86% apoya iniciativas de sensibilización.
- 86% demanda asistencia para ayudar a crear nuevas organizaciones del sector.
- Un masivo 80% está a favor del apoyo financiero público directo.
Estos porcentajes demuestran que la ciudadanía no solo quiere que la economía social exista, sino que exige activamente que se invierta en su desarrollo. Para cualquier fundación o cooperativa, esto significa que las estrategias de captación de fondos y advocacy deben basarse en esta fuerte legitimidad social.
Voluntariado y servicios esenciales
La mitad de los europeos (51%) ha interactuado con la economía social en los últimos cinco años, lo que da testimonio de su presencia cotidiana. Las formas más comunes de participación reflejan la naturaleza solidaria y de comunidad del sector: voluntariado (18%) y donaciones (18%), junto con la relación cliente/consumidor (15%).
Además, el impacto se siente en la provisión de servicios básicos: uno de cada tres europeos (33%) ha recibido apoyo de una organización de la economía social. La ayuda más común es el acceso a formación, educación u oportunidades de empleo (10%), lo que las sitúa como actores clave en la mejora de la empleabilidad y la inclusión.
En conclusión, este Eurobarómetro proporciona una brújula estratégica clara. La gran mayoría de los europeos ha emitido un juicio: la economía social no es una alternativa, sino una prioridad para el futuro del bienestar social. Las cooperativas, fundaciones y asociaciones son los pilares sobre los que se debe construir una economía más justa y sostenible, y la ciudadanía exige a sus líderes, tanto públicos como privados, que inviertan decididamente en este modelo.