A mediados del siglo XIX, los trabajadores textiles de Rochdale vivían en condiciones miserables. Sus bajos salarios, combinados con la alta inflación y la venta de productos de mala calidad y adulterados por comerciantes inescrupulosos, los asfixiaban. Esta época, conocida como la "Década del Hambre", impulsó a los obreros a buscar soluciones por sí mismos. No esperaron la caridad; optaron por la autoayuda y la organización colectiva para satisfacer sus necesidades básicas.
Tras varios intentos fallidos de cooperación, en 1844, un grupo de 28 artesanos (27 hombres y una mujer) logró acumular una libra esterlina cada uno. Con este modesto capital de 28 liras esterlinas, alquilaron un local en la calle Toad Lane y fundaron la Sociedad Equitativa de los Pioneros de Rochdale (Rochdale Equitable Pioneers Society). El objetivo era sencillo, pero revolucionario: abrir una tienda de comestibles gestionada por ellos mismos para garantizar la calidad y el precio justo.
La creación de los principios inmutables
El verdadero legado de Rochdale no fue solo la tienda, sino el conjunto de reglas que crearon para asegurar el éxito y la perdurabilidad de su empresa: los Principios de Rochdale. Estos estatutos diferenciaron a la Sociedad de Rochdale de todos los experimentos cooperativos previos. Al formalizar estos principios, los Pioneros construyeron un modelo de negocio que priorizaba a la persona sobre el capital. Este enfoque sistémico es clave para entender el éxito cooperativo.
El principio más distintivo fue el Control Democrático de los Miembros (un socio, un voto), garantizando que el poder de decisión no dependiera del dinero aportado, sino de la pertenencia. A esto se sumó la Adhesión Abierta y Voluntaria (sin discriminación) y la Participación Económica de los Miembros, que limitaba el interés sobre el capital y establecía el reparto de excedentes (beneficios) a los socios en proporción a sus transacciones o compras, no a su inversión. Estos son pilares de la justicia social.
Otros principios esenciales incluyeron la venta al contado (para evitar deudas) y el compromiso con la educación, formación e información. Los Pioneros entendieron que una cooperativa sostenible requiere miembros bien informados y capacitados para gestionarla. Además, impulsaron la cooperación entre cooperativas y el compromiso con la comunidad. Esta visión integral, que abarca lo económico, lo social y lo educativo, es lo que ha permitido al modelo cooperativo perdurar.
De Rochdale a la Alianza Cooperativa Internacional
El éxito de la Sociedad de Rochdale se propagó rápidamente. Su modelo se replicó primero en Gran Bretaña y luego por todo el mundo, evolucionando en cooperativas agrarias, de crédito (como el modelo Raiffeisen), de vivienda y de trabajo asociado. Hoy, los Principios de Rochdale, actualizados por la Alianza Cooperativa Internacional (ACI) en 1995, siguen siendo la base legal y ética de miles de cooperativas. Este movimiento demuestra que otro modelo de empresa social es posible.
En la actualidad, las cooperativas mundiales siguen demostrando su resiliencia, creando empleo sostenible y fomentando el desarrollo local. La historia de los 28 Pioneros nos recuerda que, incluso con recursos limitados, la organización colectiva y los valores democráticos pueden generar un impacto económico y social transformador a escala global. El modelo cooperativo sigue siendo una solución de vanguardia para los desafíos económicos del siglo XXI.